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....¿Serás acaso un cara de limón?

El reloj corre a la velocidad de la luz. Los autos son cada vez más caros, más rápidos y menos seguros. La gente camina más aprisa y corre, en tacos, por las avenidas principales. El agua se acaba. El sol quema más en los lugares donde el agua escasea y se espanta cuando uno tiene frío. El cielo y la noche se confunden entre faros luminosos, acompañados de carteles que te invitan a crear sensaciones nuevas.

La calle está más abundada y menos segura. Los niños ahora juegan con cosas tan electrónicas donde la imaginación ha quedado reemplazada. Las miradas son pobres, el botox no te deja expresar lo que sientes. Y yo me pregunto: ¿En qué momento respiramos, pensamos y nos reímos? Los periódicos son tumbas nefastas que nos invitan  conocer como nos vamos denigrando paso a paso, lentamente como gotas de agua desperdiciadas. Y yo me pregunto: ¿A qué hora sonríes? La tristeza es lo que más abunda en el alma de todos. Existen tantos médicos en el mundo como curanderos en una cuadra de cualquier país, ciudad o distrito. 

 Ya nadie espera con una angustia en la garganta al cartero con una nota que nos invite a seguir soñando. El correo electrónico ha desplazado los sentimientos por la inmediatez. Y yo me pregunto: ¿Tendrás tiempo para sonreír? El paso de los años pesan en los huesos. La muerte se vuelve algo cotidiano y  recurrente a cada minuto. Los días pasan y son pocas las noticias alegres que nos motiven a ser felices. Y yo me pregunto: ¿Sonreíste hoy?

La gente ya no saluda, no te trata con un  ser viviente sino como la cucaracha con que se toparon en alguna calle o algún bar. Las anfetaminas son más recurridas, cuando uno tiene un problema, que los psicólogos quienes te obligan a contarles todo lo que piensas, como si tuvieras la obligación de abrir la boca para que decirles hasta tus más bajos instintos. Y yo me pregunto si: ¿Pudiste sonreír? Las iglesias se atiborran de supuestos religiosos que con el corazón en el pecho, se culpan de todos su males y prometen, ante un ser más perfecto, lograr escarmentar sus faltas. Los rateros juran que este será su último asalto, la última vez que pequen. Los infieles piensan en lograr llegar a amar a quien le dicen eso todos los días. La gente muere a paso lento engañándose con que todo va a estar bien. Y yo me pregunto: ¿Con quién te reíste hoy?

 Para poder sentirte vivo pagas, para sentirte sano pagas, para poder reírte pagas y hasta por llorar; pagas. ¿Pagarías por algo que es gratis y lo puedes tener cuando desees? Las deudas son el pan de cada día y la economía dice subir. Lo único que sube es el deseo que  buscan incansablemente: Algún día, no trabajar.

Deberías sonreír para evitar ser uno más de los caras de limón, para evitar morir sin saber que hoy puede ser la última vez que lo hagas.


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