...sé
Yazmín, mi prima, está asustada porque en la familia de su novio, un pariente, muy amado por ella, se suicidó. Me lo cuenta y yo callo. No me dice mucho, pero lo deduzco todo, aunque no se lo digo por miedo a que me descubra.
¡Tienes que tener cuidado! Tú estás más cerca de la familia, de los primos. Debes tratar de ayudarlos si tienen algún problema o si empiezan con los indicios de quererse suicidar, me dice, en tono preocupado y obligándome a prometerle que lo haré. Afirmo a todo lo que me dice, sin contradecirla como siempre lo he hecho desde niñas. Despreocúpate, le digo, que en la familia todos son felices y se queda tranquila o entendió la mentira.
Ya sola pienso en lo que me dijo en todo lo que sabía perfectamente y ella ignoraba. No hay que ser bobos para no darse cuenta. No hay que son bobos...o quizás sí. ¿Por qué me dice eso? me obliga a vivir para cuidar a todos como si pudiese o como una tarea que me deja hacer, para no ir matándome poco a poco. O tal vez, esta vez fue más inteligente (como suele ser toda ella) y me dejó esa obligación porque sabe que me estoy matando casi a diario. Después tacho esa idea. Ella no podría ser capaz de darse cuenta, en realidad casi nadie lo es capaz.
Bonny se levanta de la cama con su vestidito floreado de dormir y pone sus delgados pies en el suelo, busca su celular que está entreverado con las sábanas de flores verdes y naranjas. No tiene ganas de seguir despierta, pero la obligan a vivir. Se calza y se mete a la ducha sin prisa. Se viste lentamente: una polera marrón y los blue jeans gastados. Aun no despierta del todo, pero se detiene en la cocina mientras todos duermen y toma su café pasado mañanero. No lleva zapatos puestos, como acostumbra a esa hora de la mañana. Toma sorbos largos y pausados y juega a matar las gotas que caen de su cabello. Piensa en su prima Yazmín, en su cabello rizado y sus ojos bonitos y la extraña. Tal vez por ella aún no me mato, piensa entre si, mientras se calza y cierra la puerta de su casa despacito para que no sepan que ya se fue, a pesar que se van a despertar todavía dentro de una hora.
Sebastián la está esperando en el paradero como todos los lunes. Nadie sabe que Bonny se ha intentado suicidarse una vez más el viernes por la noche o que el sábado no salió de la cama porque ya no tenía fuerzas para seguir luchando. Nadie sabe, ni Sebastián que la está esperando mientras ella cruza, trotando y evadiendo los carros, la pista.
- Hola bonita. ¿Qué fue?, te estuve llamando todo el fin de semana y no contestaste.
- ¡Ahh! tuve mucho trabajo y no tenía saldo. No te pude llamar porque mis papás se quedaron en casa todo el fin y el inter se malogró de nuevo. Agacha la mirada y le cambia el tema, como suele hacerlo cuando miente, pero Sebastián le cree o se olvida del tema.
Suben al carro y lo abraza muy fuerte. ¿Qué pasa mi bonita? le dice mientras le besa la frente. Nada, solo que te extrañé mucho, Oye...tú me quieres, ¿verdad? (Se ríe) Claro que te quiero, por qué la pregunta. No lo sé, solo quería saberlo, porque yo sí te quiero.
El carro avanza y ella se queda dormida en el pecho de él o por lo menos Sebastián piensa en eso. Bonny se acuerda de Yazmín, de la promesa, del pariente suicida del novio de su prima, de sus cambios fuertes de ánimo y se dice a si misma: No pienses, Bonny, no pienses.