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Vivir para contarlo



Le gusta contar la historia de lo que vivió en el Cenepa como si fuera un cuento. Su relato transmite emoción ya que de cierta manera se enorgullece de haber estado ahí y vivir para contarlo.

Eran la una de la tarde de un lunes 13 de febrero. Corría el año 1995 y la guerra del Cenepa había empezado 19 días antes. En la selva del Ucayali, 6 tripulantes volaban en un helicóptero llevando provisiones y armas. De pronto, sintieron un fuerte golpe en la parte trasera del helicóptero. Las ametralladoras ecuatorianas les aclararon rápido lo que pasaba. La nave había sido derribada por artilleros. José Luís Mosquera Soto, al igual que sus dos hermanos, desde muy pequeño había tomado la decisión de ser militar y a sus 27 años era, con inocultable orgullo, primer suboficial y radioperador en aquella misión.

No entendía que sucedía hasta que sintió como el helicóptero daba vueltas a una gran velocidad, mientras el piloto trataba desesperado de maniobrar aquella máquina que se precipitaba a tierra para salir ilesos. Gracias a la pericia del piloto, las seis personas salieron del helicóptero con vida, ayudándose unos a otros, antes que la nave explosione. Sin embargo, lo peor estaría por venir. ¿Cómo sobrevivir en una selva densa, sin alimentos, con heridas abiertas y desorientados?... ¿Como saber cuándo va a venir la ayuda?... ¿Cómo saber hasta donde se puede resistir?

Lo único que hicieron fue caminar guiados por un río que encontraron y por la luz del sol. “Solo teníamos el fin de salir de ahí con vida, pero el dolor de los golpes, los gusanos en nuestros cuerpos empeorando nuestras heridas nos impedía seguir juntos. Poco a poco unos fueron avanzando más despacio porque sus cuerpos no les permitían seguir al ritmo de los demás y con la esperanza de alcanzarlos se desviaron del camino o se fueron quedando por el dolor de sus heridas. Fue duro alejarnos, pero era necesario; la idea era llegar y pedir ayuda por los que estaban aún en la selva” recuerda
Pero pasaron los días y la ayuda no llegaba. A veces trataban de hacer señas a los helicópteros que pasaban, aunque los invadía el miedo pues podían ser del bando enemigo. José Luís Mosquera termino siguiendo al Teniente Gutiérrez, aunque seguirle el paso en la selva fue complicado. Los demás se fueron quedando en el camino. Los días pasaban y la ayuda no llegaba, las heridas empeoraban. Los cuerpos, incluso, ya emanaban olor a podredumbre. Así pasaron once días y José Luís Mosquera caminaba solo, adelante, no había probado alimento desde el día del accidente y solo el río del cual se guiaba le daba las fuerzas necesarias para seguir caminando. Casi había perdido las esperanzas; hasta que pudo divisar un helicóptero que volaba al ras de la copa de los árboles. Busco hacer señas y con las fuerzas que le quedaban saltó y gritó, para que lo pudiesen divisar. El helicóptero pudo reconocer las señas. De inmediato lo ayudaron, su cuerpo estaba infectado por los huevos que los insectos que habían estado carcomiendo sus heridas habían dejado dentro de su piel.
La nave que lo rescató lo transportó al distrito de Ciro Alegría y de ahí a Lima. Al poco tiempo, encontraron también, gracias a sus datos, al Técnico Pasapera, aún con vida. Los demás, lamentablemente, no corrieron con la misma suerte. De las cuatro personas restantes solo encontraron los cuerpos del piloto y el Teniente Gutiérrez. Los cuerpos del Capitán Díaz y del Teniente Gonzales nunca fueron encontrados.
Cuando José Luís Mosquera fue encontrado ya se había firmado la declaración de Itamaratí el 17 de febrero del año 1995. José Luis Mosquera, pese al paso inexorable del tiempo, tiene el recuerdo fresco de esas 264 horas herido, perdido, internado en la selva sin saber que sobreviviría para contar su experiencia que le ha dejado secuelas físicas imborrables: cuatro operaciones a la rodilla y una artritis que va ganando, a plazos, la batalla y deteriorando su salud.

Ahora tiene 40 años, está casado y es padre de tres hijos. “Lo que nos pasó fue como una película de ficción, solo que esta vez nosotros fuimos los protagonistas”, me dice ahora en su vivienda de dos pisos, sentado con algunos kilos de más en su sala con un vaso de gaseosa en la mano y la mirada fijada exactamente en ningún lugar.



1 Tu opinión me importa:

Anónimo,  11 de septiembre de 2016, 18:03  

jose luis mosquera soto héroe viviente del conflicto armado Alto Cenepa, perteneciente a la promoción 84-86 de la gloriosa y victoriosa Escuela Técnica del Ejercito, buena promocion vida y salud siempre.

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