Premios 20Blogs

Páginas

Chicas deseperadas

Los autos corren uno tras otro, como una casería por la velocidad. Cruzo la calle, espero la bendita luz del semáforo que cambie al color de mis labios. ¡Maldición los carros pasan demasiado llenos! Hace frío, demasiado para ser primavera.


 Vago entre mis pensamientos. Las luces, los colores, la pista juegan en mi mente como una hoja en blanco. Me pierdo en lo que invento y lo que sueño. Alguien me toca la mano. Reacciono de manera brutal. Me asuste. Me asustaste.

Hace cinco años exactamente que no te veía y está parado ahí tan cerquita de mí. No es casualidad o tal vez si. ¡Rápido! piensa en algo, algo inteligente que decirle, pero qué.


- Hola, no te había visto (ni siquiera lo había reconocido).
- ¿Qué tanto he cambiado?.
- No, no eres tú, es que estaba distraída.
- Jajaja, nada extraño en ti.


Sonríe y me pierdo en sus labios.


- ¿A dónde te diriges?
- ¿Ah? a Miraflores, pero los carros están muy llenos.
- Yo me voy a Barranco.
¡Dios! pienso que podríamos tomar el mismo carro, pero no, sería muy perra si le digo eso.


- Estás flaco.
- Si, el trabajo me tiene así. ¡Ahh! me muero de sueño.
- Acaso no has dormido, haber mírame. Lo hace, definitivamente no ha dormido, sus ojos están rojos. Están opacos, ya no duerme como antes, debe ser el trabajo, pienso. Lo miro y me atrevo a verlo fijamente a los ojos. Son bellos después de todo.


- Si, están rojos, ¡tanto trasnochas!.
- No mucho, pero me muero de sueño, encima ya me hice tarde. Mi carro se ha malogrado y tengo que irme en combi. ¡Lo detesto! Las combis parecen un juego, como esos de la tele donde meten a un montón de gente en un carro.
- Me río. Si supiera que para mi eso es normal.
- ¿En qué estas trabajando?
- Soy arquitecto en un nuevo hotel que va a venir al Perú.
- Pensar que antes no sabías que era la CAN. (Comunidad Andina de Naciones) y lo confundías con el filosofo Kant. Me río. Sé que es estúpido recordarle cuando éramos más jóvenes, cuando huíamos para amarnos. Él escapándose de su casa, saltando de la ventana de su cuarto al balcón y tirándose de ahí hasta caer en el pasto, coger su bicicleta e irme a buscar. Y yo escaparme de la tutela de mis tías y primos, correr con la patineta, a veces a patines, hasta el parque y encontrarlo.
Recuerdo que el intento enseñarme a patinar, según yo, no sabía. Excusas para conocerlo mientras que yo le enseñaba de literatura, de filosofía.


Tenía novia, una loca desquiciada que lo celaba a cada rato. Esa chica me odiaba. Sabía perfectamente que yo le agrada demasiado a Richard. Lo sabía hasta el día que nos peleamos en la calle, cuando me insultó. Richard en ves de ayudarme la defendió. Comprendí que no tenía caso volverlo a ver, aunque sabía que lo quería mucho.


No nos vimos por años. Ocasionalmente hablábamos por Messenger o nos encontrábamos una que otra vez cerca del parque, pero nunca hablábamos. Cambiamos, ya no éramos los mismos, ya no.


- ¿Y tú dónde te vas?
- Tengo que ir a tomar unas fotos a unos patinadores profesionales.
- ¿Aún patinas?
- No, ya no, solo les tomo fotos.
- Deberías, eras buena.
- Es posible, pero nunca terminé mis clases de patinaje.
- Se ríe. Sabe perfectamente que nunca más volvió a enseñarme a patinar.
- Algún día lo haremos de nuevo.


Será que se refiere a una cita  o a alguna excusa para volvernos a encontrar.


- Y... ¿Cómo está Diana?
- No lo sé, terminamos hace tres años. Se fue a España. Nunca más volvimos a hablar.
-¡Oh! ¡Cuanto lo siento!. Miento estoy demasiado feliz para sentirme culpable, pero él no debe saberlo.
- Y tú ¿Qué paso con el chico que te acosaba?.
- ¡Ese tarado! nada un día me encontró amarga, me empezó a molestar y le tiré el café que estaba bebiendo en su rostro y ropa.
- ¡Estás definitivamente loca! pero se lo merecía. Se ríe.
- Ya me tengo que ir.


Temía eso, temía que dijera eso, que se vaya de nuevo y no volverlo a ver en años o quizás verlo cuando ya este casado y yo siga esperando que por lo menos me de una oportunidad para demostrarle que no todo está perdido.


- Si, también me voy.
- Espero verte pronto. No te me pierdas mucho. Se despide con un beso suave en la mejilla, como los que me daba cuando nos besábamos en las escaleras de mi casa, mientras coge mi mano y la aprieta dulcemente a sus dedos y soy definitivamente feliz. Ya no me importa el frío, los carros repletos, haber madrugado, nada, solo eso, solamente su beso en la mejilla y mis manos entre sus dedos.


Se va y lo veo entrar al carro, acomodarse, mirarme por la ventana, levantar la mano y mandarme un beso.


Pienso: " Si algún día te vuelvo a ver no seré tan tonta como hoy".




0 Tu opinión me importa:

Publicar un comentario

Vistas de página en total

El otro yo de Glenn Este blog es de uso personal, sí quieres hacer un uso comercial contacta con nosotros al correo Glennys.mariela.gm@gmail.com